Ayer subí una story preguntando sobre temas que os interesan para ir preparando algunos vídeos y me llamó la atención una en particular:
Esta pregunta puede formularse de muchas maneras y desde distintos ángulos pero básicamente es: ¿Vamos a llegar al prime? ¿Al máximo rendimiento posible? ¿A la mejor versión de mi mismo como ciclista?
A la hora de responder, para variar, suelo meterme en un buen barrizal.
Hasta el pecho.
Quizá si fuese un poco más inteligente y supiese de negocios diría algo así: “Claro crack, confía en mi método infalible”.
Suelta la mosca y luego ya veremos. Un plan sin fisuras.
Pero lo que ocurre en realidad es que me pongo a divagar en una explicación que va saltando y enredándose entre la evidencia científica y el terreno filosófico.
Por una parte existe lo que yo llamo el prime absoluto que sería a lo que hubieses podido llegar si lo hubieses hecho todo a la perfección desde que naciste: dedicarte a pedalear antes que caminar, seguir un entrenamiento con una proyección vital, seguir una dieta idónea,etc.
Obviamente esto es, de facto, un imposible.
Si te bebiste una cerveza por el camino o te quedaste algún día durmiendo en lugar de ir a entrenar, ya no vas a llegar.
El cliente potencial frunce ligeramente el ceño. Ya metimos el pie en el charco así que voy a intentar arreglarlo.
Por otra parte existe el prime potencial que sería aquella versión de tí a la que se puede llegar, independientemente de lo que hayas hecho hasta ahora, si lo haces todo perfecto a partir de ya.
La diferencia entre tu prime absoluto y tu prime potencial es totalmente desconocida. Como puedes imaginar, depende de muchísimos factores, no sólo de la cerveza que hayas bebido.
Una cosa está clara: es a lo que debemos apuntar como entrenador y atleta. Uno debe perseguir la excelencia. Shoot for the moon y todo eso.
Pero aquí viene cuando las cejas empiezan a levantarse y me voy hundiendo de verdad en el barrizal; el momento en el que explico lo que implica llegar al prime potencial.
Lo comenté hace poco en uno de mis artículos: básicamente supone hacer cambios drásticos en el estilo de vida, sacrificios, decir no a muchas cosas, etc.
Seamos honestos, prácticamente nadie está dispuesto a ello.
Tenemos la tendencia a no soltar nada y muchas veces rallamos en lo imposible: salir a cenar con los amigos pero volver pronto a casa y así a la mañana siguiente meter un entrenamiento de fondo antes de que se despierten los niños después de toda una semana subiendo al rodillo a las cinco de la mañana.
A veces creo que muchos se llevan la impresión de que quiero cortarles las alas.
Quizá lo que ocurre es que estoy harto de ver Ícaros que vuelan hacia el Sol y terminan estampándose contra el suelo.
A nadie le gusta que le digan este tipo de cosas y por eso, llegados a este punto, estoy de barro hasta el pecho.
Pero nunca hay que rendirse.
Existe lo que yo llamo el prime realista. Ya le buscaré otro nombre. Lo mío no es el marketing.
Se trata de llegar lo más lejos que podamos tratando de conciliar todos los aspectos importantes en nuestra vida.
Parece fácil pero no lo es.
Requiere, para empezar, un ejercicio de reflexión donde debemos determinar qué porcentaje de nuestra vida, de nuestro tiempo y energía queremos dedicar al entrenamiento.
Luego ya nos encargaremos juntos de encontrar la manera de hacerlo.
Puede que ahora estés en el fondo del pozo.
Que estés entrenando duro pero aun así tengas dudas.
Puede que te sientas perdido.
Que no sepas hacia donde tirar si cada día aparece un nuevo titular o un nuevo influencer con un método milagroso.
Es normal, algunos tarde o temprano pasan por ahí.
Otros, como yo, han sido visitantes habituales del pozo.
Por eso sé de lo que hablo y por eso también sé cómo salir de ahí.
Si necesitas que alguien te eche un cable, mándame un mensaje o responde a este correo.
Por cierto, no me he querido terminar de hundir en el barro (que por supuesto se puede de muchas otras maneras) hablando del factor edad.
Que muchos no podrán alcanzar su prime potencial, aún haciéndolo todo perfecto, porque ese momento ya pasó, es algo que más pronto que tarde hay que aceptar.
Y es justo en este punto donde muchos lo mandan todo a paseo, se desaniman y se dedican a salir a rodar mientras decaen poco a poco y la tripa les llega a tocar el cuadro de la bici.
No entienden que las reglas del juego cambian y eso no significa abandonar la partida.
Se puede empezar tarde a hacer las cosas bien y llegar al mejor punto de forma de tu vida.
Puedes tener 60 palos como Indurain y quizá no hacer 6 horas en la QH como él pero sí hacer un tiempazo y dejar de rueda a chavales de 20.
Puedes subir el Mortirolo y el Mont Ventoux a los 80 en lugar de tener la bici cogiendo telarañas mientras te conviertes en un tronco.
¿Podrías incluso revertir los efectos del envejecimiento?
Hablar de este tema ya sería tirarme de cabeza, no a un barrizal, sino a una piscina vacía.
Por eso, si te interesa el tema de la longevidad, puedes apuntarte a la charla que mi amigo Pedro de
dará mañana miércoles.Sé que él no va a decírtelo así que yo lo haré: es un fuera de serie en el tema del entrenamiento.
¿Recuerdas lo que dije en mi último correo?
Pues esta es una de esas personas que vale la pena escuchar.
Muy bueno!
Y qué identificado me he sentido macho…Qué razón tienes con lo de “ver Ícaros estamparse contra el suelo”… Creo que hoy por hoy con las RRSS hay un desajuste de expectativas/realidad bastante importante (y no te cuento nada en competi…) y luego llegan las sorpresas…
Pero hay fé. Ayer uno de mis entrenados por teléfono me dijo: “yo ya sabes que no pretendo ganar nada, yo lo que quiero es llegar a los 80 así, disfrutando de esto, pudiendo correr, hacer ski, BTT…”
Casi se me cae una lagrimilla. Para mí, ese hombre está en su PRIME! (Con 52 años y haciendo un doblete en Zurich este finde de MM+10k, una disfrutando sólo y el 10k con sus hijas). Un crack.
Buena!! y no has añadido el tema mental… aunque físicamente estés en tu prime, como mentalmente no lo estés… tampoco vas a llegar…